Música. Melodía imperfecta que invita a soñar. Creando una burbuja de sueños que nos aislaba del resto en medio de aquel salón. La oscuridad se quedaba fuera y dentro permanecíamos sólo tú y yo, respirando armonía y bañándonos en la magia de aquellos momentos.
Ruido. Palabras. Sonidos que pronuncian tus labios. Trazos que plasman tus manos sobre un papel. Mensajes inocentes que tientan a la picardía, ahora palabras inertes que suenan frías y que al recuerdo se atan contagiando su sincera tristeza.
Imágenes. Colores, sombras, luz y oscuridad se entrelazan para formar parte de un cuento con un final infeliz. Guiños no tan inocentes que buscaban complicidad tapados por una mirada vacía y compadeciente que de alguna manera intenta disimular el dolor que sentía al dañarle.
Estribillo. Resumen de una canción que a su vez intenta resumir una vida. Sencillo, musical, sincero… Sentir o no sentir. Sólo queda recordarlo y no será complicado.
Notas. La clave de la creación, por si solas no hacen nada, pero sin ellas no habría canción. Sonidos puntuales, dibujados de alguna extraña manera sobre un papel amarillo pegado a un cristal, buscando el efecto de una sonrisa… Sólo fueron momentos puntuales.
Actuación. Nuestra vida es una gran actuación donde suenan diferentes canciones, a cada momento. Al final tarareamos aquella que más nos conmueve, esa canción que se nos adhiere y no podemos dejar de escuchar. Aquella que mientras otras suenan quizás descanse, pero cuando terminen ella volverá a rebotar en nuestra mente a fuerza de ecos.